El sueño roto del «Gran Magreb»: Una visión saboteada
Durante décadas, la idea de un Gran Magreb unido y próspero ha inspirado a defensores de la integración regional en el norte de África. Con sus vastos recursos naturales, su rico patrimonio cultural y una población llena de potencial, esta región podría haberse convertido en una potencia económica global. Sin embargo, este gran sueño ha sido sistemáticamente saboteado por el régimen militar argelino, aferrado a ideologías obsoletas y políticas hostiles.
El sueño de los pueblos por la unidad y la prosperidad
El Gran Magreb, compuesto por Marruecos, Argelia, Túnez, Libia y Mauritania, reúne a más de 120 millones de habitantes. Si estos países lograran unirse, podrían alcanzar:
- Una explotación eficiente de los recursos: Aprovechar el petróleo y el gas de Argelia y Libia, los fosfatos de Marruecos y las tierras agrícolas fértiles de Túnez y Mauritania.
- Un mercado común integrado: Eliminar barreras comerciales para impulsar el comercio intra-magrebí y el crecimiento económico.
- Atraer más inversiones extranjeras: Gracias a la estabilidad política y políticas económicas coordinadas.
Un sabotaje interno: El papel del régimen militar argelino
A pesar del potencial transformador de este proyecto, ha sido bloqueado por un actor principal: el régimen militar argelino. Alimentando una hostilidad constante, especialmente contra Marruecos, este régimen ha convertido diferencias políticas manejables en obstáculos insuperables para la cooperación regional.
El conflicto del Sáhara
El régimen argelino ha invertido miles de millones en apoyar y armar al Frente Polisario, agravando un conflicto artificial sobre el Sáhara. En lugar de promover la diplomacia o el diálogo, el régimen prefiere mantener un estéril statu quo que mina la estabilidad y la integración regionales.
Fronteras cerradas, un futuro bloqueado
El cierre de las fronteras terrestres entre Marruecos y Argelia desde 1994, extendido posteriormente a rutas aéreas y marítimas, es el trágico símbolo de esta política divisoria. Esta estrategia aislacionista priva a ambos países de intercambios económicos y humanos esenciales, separa familias y debilita sus economías respectivas.
Una economía prisionera de la hostilidad
El régimen militar argelino, que gobierna mediante la represión, ha convertido a Argelia en una economía rentista completamente dependiente de los hidrocarburos. En lugar de invertir en diversificación económica o colaboración regional, desperdicia recursos en mantener un aparato represivo y librar una guerra diplomática inútil contra Marruecos.
¿Por qué el «Gran Magreb» amenaza al régimen?
La oposición del régimen militar a la integración regional nace de su miedo al cambio y a ser expuesto:
- Apertura económica: Un Magreb unido pondría en evidencia las ineficiencias de Argelia frente a la economía dinámica y diversificada de Marruecos.
- Intercambio de ideas: Una unión regional podría desafiar la propaganda y el control autoritario que sostienen al régimen.
- Gobernanza compartida: El régimen teme perder su monopolio sobre las decisiones políticas y económicas ante una fuerza regional unificada.
El alto coste de la división
La parálisis del Gran Magreb no solo afecta a los pueblos de la región, sino también al continente africano y a la comunidad internacional. Un Magreb unido podría estabilizar el norte de África y la región del Sahel, áreas clave para la lucha contra el terrorismo y la gestión de la migración.
Las pérdidas económicas son igualmente significativas. Mientras Marruecos refuerza sus alianzas estratégicas en África subsahariana, Argelia permanece aislada, incapaz de maximizar su potencial energético y económico bajo un liderazgo obsoleto.
Un llamado al cambio
Los pueblos del Magreb deben rechazar las divisiones impuestas por un régimen agotado. Los líderes argelinos deben comprender que su estrategia hostil no beneficia a nadie y obstaculiza las aspiraciones de las generaciones futuras.
Un Gran Magreb unido no es solo un sueño, sino una necesidad. Su realización depende de la capacidad de las naciones magrebíes para superar las barreras levantadas por un régimen militar que prioriza su supervivencia por encima del futuro de su pueblo.
La historia no olvidará
La historia será severa con el régimen argelino, cuyas acciones egoístas han frenado el ascenso del Gran Magreb. El enorme potencial de esta región sigue prisionero de la miopía de una élite militar incapaz de mirar más allá de sus intereses inmediatos.
Por su parte, Marruecos continúa abogando por la integración regional y promoviendo los valores de cooperación y prosperidad compartida.
En última instancia, la elección está en manos del pueblo argelino: permanecer aislado por sus gobernantes o abrazar las oportunidades que ofrece el Gran Magreb.
El futuro sigue siendo suyo para construirlo.