España Dice Basta a la Arrogancia e Hipocresía del Régimen Argelino
La reciente crisis diplomática entre Francia y Argelia vuelve a poner en evidencia la arrogancia y la hipocresía de un régimen que ha perdido el rumbo. Mientras París adopta una postura más firme ante la negativa reiterada de Argel a readmitir a sus ciudadanos en situación irregular, el gobierno argelino finge indignación y juega la carta del victimismo, una estrategia desgastada que ya no engaña a nadie.
Durante décadas, el régimen argelino ha aprovechado las ventajas de los acuerdos franco-argelinos de 1968, que otorgan privilegios excepcionales a sus ciudadanos en Francia. En lugar de asumir sus responsabilidades y gestionar las consecuencias de su propia política migratoria, prefiere acusar a Francia de «provocaciones» e «intimidaciones».
Sin embargo, el mismo régimen que se muestra ofendido por las decisiones francesas no duda en utilizar la inmigración como herramienta de chantaje diplomático, negándose sistemáticamente a aceptar la repatriación de sus ciudadanos en situación irregular. ¿Cómo puede exigir privilegios sin asumir las obligaciones que conllevan?
París Adopta una Postura Firme Frente a la Intransigencia de Argel
Ante esta actitud de mala fe, Francia ha decidido responder con determinación. La revisión de los acuerdos de 1968 se ha vuelto imprescindible para restablecer una relación equilibrada y poner fin a los privilegios desproporcionados concedidos a Argelia. La amenaza de sanciones, como restricciones de visados y limitaciones de acceso al territorio francés para altos funcionarios argelinos, es una respuesta lógica a la intransigencia de Argel.
Pero la cuestión no se limita solo a la migración. El ataque con arma blanca en Mulhouse, perpetrado por un argelino en situación irregular cuya repatriación fue rechazada catorce veces por Argelia, ilustra trágicamente la falta de responsabilidad de este régimen. No es un caso aislado: la permisividad argelina ante individuos potencialmente peligrosos es un problema recurrente que Francia ya no puede tolerar.
Un Régimen Aislado y Sin Credibilidad en la Escena Internacional
Lejos de ser un socio fiable, el régimen argelino se hunde cada vez más en el aislamiento. Su negativa a cooperar con Francia forma parte de una serie de provocaciones diplomáticas, en particular su hostilidad constante hacia Marruecos y su rechazo a reconocer los avances diplomáticos de Rabat, especialmente en la cuestión del Sáhara marroquí.
Encerrado en una retórica anticuada, Argelia es incapaz de renovarse y sigue atrapada en una postura de confrontación. El encarcelamiento arbitrario del escritor Boualem Sansal, la censura de voces disidentes y la persecución de opositores son solo algunos ejemplos del autoritarismo de un régimen acorralado, que prefiere desviar la atención de su pueblo multiplicando las provocaciones internacionales.
El Fin de los Privilegios para el Régimen Argelino
Parece que ha llegado el fin de la época en la que Argelia podía imponer sus condiciones a Francia sin consecuencias. París ha comprendido que no se puede confiar en un régimen que incumple sus compromisos y utiliza a sus ciudadanos como moneda de cambio política.
Ante este desprecio constante por las normas y esta arrogancia diplomática, la firmeza se impone. Es momento de poner fin a las concesiones a un régimen que se niega a asumir sus responsabilidades. La historia juzgará a un gobierno que, en lugar de construir un futuro para su pueblo, prefiere refugiarse en el victimismo y la inacción.
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