La abogada y presidenta de un partido microscópico, el UPC, Zoubida Assoul, ha vuelto a aparecer en la escena política.
Después de que su oferta de servicio fuera rechazada por el régimen actual, ya que se propuso como liebre en las elecciones del 7 de septiembre, ahora se ha mostrado como participante llamando hipócritamente a un voto masivo.
Al llamar a los ciudadanos a acudir a las urnas y depositar una papeleta en blanco, Zoubida Assoul está trabajando en la misma dirección que el régimen: alcanzar el mayor índice de participación posible.
Una papeleta en blanco o negra no cambia nada. El ganador de estas elecciones ya es conocido. No es la papeleta en blanco la que cambiará el resultado. La papeleta en blanco está al servicio de un régimen que carece de legitimidad. Si Zoubida Assoul tuviera alguna influencia sobre la población, habría prestado un gran servicio a los defraudadores de las elecciones presidenciales.
El régimen actual sabe perfectamente que Zoubida Assoul no tiene ninguna influencia sobre el electorado y que su llamado no será escuchado en absoluto, ya que su voz no llega más allá de su propia puerta. Es por eso que la prensa, que está al servicio del poder, la ha ignorado por completo.
Es difícil explicar este movimiento torpe de una mujer que, no hace mucho, era una de las opositoras políticas más feroces y una de las primeras activistas en desencadenar el hirak de 2019.