Por Pedro Canales
Las aguas del conocido como “banco pesquero canario-sahariano”, junto con las adyacentes por su parte norte hasta el Golfo de Cádiz y el Estrecho de Gibraltar; y por la parte sur hacia Mauritania y Senegal, todas ellas situadas en la Zona Económica Exclusiva de Marruecos, son uno de los objetivos estratégicos de la flota pesquera rusa y de sus navíos de prospección oceanográfica. Lo han sido históricamente de España y después de la Unión Europea. Hoy lo son de Rusia, que ya en el pasado las surcó pero en menor proporción.
¿Qué busca Moscú en estos mares? Pesca y recursos mineros, nódulos polimetálicos y yacimientos de tierras raras.
El periódico on-line español Vox Populi, informa que “Rusia quiere lanzar antes de 2030 al menos 50 nuevos buques de pesca nuevos en un intento de recuperar la influencia pesquera que tuvo en la época soviética, cuando incluso llegó a tener con España una sociedad pesquera mixta, Sovhispan, con zona de explotación en el banco pesquero canario-sahariano”.
Y para conseguirlo Rusia tiene en la actualidad como interlocutor y socio a quien administra estas aguas, el Reino de Marruecos. Operación en preparación, de la que Rabat sale beneficiada de tres maneras: 1) recibirá los dividendos por la entrada rusa en la zona, 2) le permitirá efectuar sus propios planes de pesca y de captación de recursos mineros de las profundidades, utilizando los mapas elaborados por Moscú, y 3) convencerá en contrapartida al socio ruso para que se incline en el Consejo de Seguridad de la ONU en favor de la propuesta marroquí de autonomía para el Sahara bajo soberanía de Marruecos.
En el tema estrictamente pesquero, desde este mes y hasta 2026, los investigadores rusos del Centro Científico Estatal estudiarán los bancos de nuevas especies muy preciadas como el Bacalao del Atlántico, el Abadejo y el Eglefino que habitan en los arrecifes coralíferos del Muro Morisco a una profundidad de unos 100 metros.
El buque oceanográfico Atlantniro acostará estos días en Nuadhibu, ciudad al norte de Mauritania y cerca de la frontera sahariana de Marruecos, en el marco del programa “Gran Expedición Africana” puesto en marcha el 26 de agosto por la Federación rusa de pesca. Hace cuatro años, el mismo buque realizó estudios en las aguas entre Marruecos y Canarias.
Sin embargo los objetivos rusos no se limitan al estudio y captura de los recursos pesqueros, sino que van más allá. Esta región del Atlántico medio en sus costas del Este, que va desde el Golfo de Cádiz hasta el Senegal, es potencialmente rica en yacimientos de tierras raras, en petróleo off-shore y en nódulos polimetálicos de importante valor industrial.
El buque ruso Atlantniro, al que se unirá más tarde la nave de investigación Atlantis, hará de Nuadhibu su base de operaciones, y sus 41 tripulantes a bordo, incluidos 11 científicos, trabajarán durante año y medio. Los científicos rusos durante su estancia en la capital económica de Mauritania, aprovecharán para reunirse con científicos y especialistas africanos para elaborar programas de investigación conjunta. La expedición marítima rusa finalizará en la primavera de 2026, fecha en la que ambos buques al puerto de Kaliningrado en el Mar Báltico.
Marruecos no quiere limitarse a adoptar una actitud pasiva, y ha emprendido sus propios planes de estudio e investigación de recursos pesqueros y mineros en sus aguas. En el puerto atlántico de Agadir, Rabat ha estacionado el barco Hassan Marrakchi, un buque científico construido por Japón y dotado de modernos equipamientos de alta tecnología. El buque que estudia el lecho marino frente a Canarias es de fabricación puramente japonesa realizada en colaboración y cooperación entre dos corporaciones, la Toyota Tsusho y la Mitsui Shipbuilding, filial del grupo Tsuneishi, y financiado por préstamos japoneses. En contrapartida, Tokio ha obtenido importantes licencias pesqueras en la zona.