Lo que sucede entre Marruecos y Argelia no es un conflicto
Es un error e ilusión describir lo que sucede entre Marruecos y Argelia como un «conflicto», ya que el concepto de conflicto supone la existencia de dos partes opuestas que compiten por alcanzar objetivos divergentes o contradictorios. Sin embargo, la realidad demuestra que lo que ocurre desde Argelia contra Marruecos no corresponde a la definición convencional de un conflicto, sino más bien a un estado de resentimiento y odio impulsado por las políticas del régimen argelino hacia Marruecos, alimentado, lamentablemente, por una ideología profundamente arraigada en los pasillos del poder argelino.
El régimen argelino, que enfrenta un verdadero conflicto interno con su propio pueblo, se esfuerza por ocultar esta tensión interna exportando sus crisis al exterior. En este contexto, Marruecos se utiliza como un «enemigo externo» para justificar los fracasos del régimen y desviar la atención de la opinión pública argelina de sus verdaderas demandas: democracia, desarrollo y respeto por los derechos humanos.
Esta hostilidad artificial hacia Marruecos no refleja la opinión del pueblo argelino hermano, que comparte profundos lazos históricos y culturales con los marroquíes. Más bien, forma parte de la estrategia del régimen argelino para desviar la atención de las crisis internas como la corrupción, la mala gestión de los recursos y la falta de libertades.
Por lo tanto, es necesario aclarar la diferencia entre un conflicto legítimo, basado en diferencias de intereses y posiciones, o incluso en la competencia, y un estado de hostilidad basado en la propagación del odio y la siembra de rencores para alcanzar objetivos políticos estrechos. En consecuencia, debe corregirse que lo que sucede entre Marruecos y Argelia no es un verdadero conflicto entre dos estados iguales en posiciones, sino más bien el reflejo de un conflicto interno en Argelia, disfrazado con la creación de un enemigo ficticio llamado Marruecos.
Por ello, nosotros los marroquíes debemos continuar adoptando un enfoque sabio centrado en el desarrollo, la unidad nacional y la cooperación con los pueblos hermanos, incluido el pueblo argelino, que comprende bien la realidad de esta situación.