En los pasillos del poder argelino, detrás de las apariencias engañosas de los líderes oficiales, se esconde una fuerza invisible pero influyente: la élite intelectual al servicio de los amos de Argel. Estas élites, los verdaderos arquitectos que operan en la sombra, han controlado Argelia desde su independencia en 1962, no por la voluntad del pueblo, sino por su lealtad al régimen y su deseo de preservar su propio poder. No son elegidos ni se les responsabiliza. Sirven antes que nada a sus propios intereses, así como a los del sistema autoritario que domina el país.
A menudo provenientes de círculos militares, de inteligencia y políticos cerrados, estos actores estratégicos han moldeado la trayectoria de Argelia durante décadas. Aunque son en su mayoría desconocidos para los argelinos, su influencia permea cada rincón del Estado. No satisfechos con abandonar los principios fundacionales de la Revolución Argelina, también han sacrificado el futuro de la nación a cambio de su comodidad personal y para mantener el statu quo.
Las Mentes del Autoritarismo: El Complejo Militar-Inteligencia
Desde la independencia, Argelia ha sido gobernada por una oligarquía militar-intelectual compuesta por generales, oficiales de inteligencia y asesores políticos, que mueven los hilos desde las sombras. Este grupo, a menudo denominado “El Poder,” ha mantenido su control sobre las instituciones y la economía del país, mientras sofoca cualquier viento de cambio democrático.
Figuras como el General Mayor Mohamed Touati son parte de esta élite que planificó y dirigió las operaciones de represión durante la guerra civil argelina de los años 90, conocida como la Década Negra. Durante este tiempo, estos individuos idearon una respuesta despiadada a la insurgencia islamista, orquestando campañas de terror, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones y torturas.
En lugar de proteger al Estado, estas élites intelectuales consolidaron su propio poder. Fueron generosamente recompensados por su lealtad al régimen, acumulando riqueza a través del acceso privilegiado a los recursos del Estado y a contratos económicos. Su principal objetivo era mantener el statu quo mientras traicionaban las esperanzas de un futuro más justo y democrático para Argelia.
Traición al Pueblo: De la Independencia a la Represión
La guerra de independencia contra Francia fue un símbolo de sacrificio y coraje, prometiendo una Argelia libre, digna y soberana. Sin embargo, tras la independencia, los sueños del pueblo fueron rápidamente traicionados. El Frente de Liberación Nacional (FLN), una vez campeón de la libertad, se convirtió en una herramienta de represión, y la élite gobernante tomó el poder, replicando las mismas estructuras autoritarias contra las que habían luchado.
Esta traición alcanzó su punto culminante en los años 90, cuando el ejército anuló las elecciones ganadas por el Frente Islámico de Salvación (FIS). El golpe de Estado que siguió, orquestado por figuras como Touati, sumergió al país en una sangrienta guerra civil. La represión no tenía el objetivo de proteger al Estado, sino de salvaguardar el control de la élite sobre el poder.
La guerra civil, que causó cientos de miles de víctimas, sirvió de pretexto para que estas élites impusieran una represión severa, aplastando toda oposición bajo el peso del terror. Civiles inocentes fueron masacrados, periodistas silenciados, aldeas enteras destruidas, mientras esta élite permanecía protegida, acumulando poder y riqueza.
Señores Invisibles: Discretos pero Poderosos
Una de las características más insidiosas de esta élite intelectual es su anonimato. Figuras como Mohamed Touati desempeñaron roles cruciales en la sombra, pero sus nombres rara vez son conocidos por el público. Protegidos por las estructuras de poder, lograron evadir la responsabilidad por sus acciones violentas y represivas.
Sus lealtades resultaron ser muy lucrativas. A través de contratos estatales y el control de recursos naturales, estas élites prosperaron, incluso mientras la mayoría de los argelinos seguían viviendo en pobreza. Estos hombres, aunque invisibles para el público, gobernaban el país de manera indirecta, utilizando los servicios de seguridad y redes de inteligencia para controlar cada aspecto de la vida pública y política.
Traidores a la Nación: Servir al Poder, No al Pueblo
Las acciones de estas élites no solo frustraron el sueño de una Argelia libre y democrática, sino que también permitieron que el régimen dictatorial persistiera. Durante la guerra civil, figuras como Touati jugaron un papel central en la instauración de un régimen de terror. Su lealtad nunca fue hacia el pueblo, sino hacia el Estado autoritario, dispuesto a aplastar cualquier disidencia, ya sea interna o externa.
La guerra contra el terrorismo, que utilizaron como justificación para su brutalidad, sirvió de cobertura para una guerra contra cualquier forma de oposición. Ya fueran periodistas, intelectuales o ciudadanos comunes, cualquier persona que cuestionara al régimen era silenciada, a menudo de manera violenta. Esta represión sistemática dejó cicatrices profundas, reforzando un Estado basado en el miedo y la opresión.
Conclusión: Una Cabala que Perdura
La élite intelectual al servicio de los amos de Argel nunca ha dejado de dominar. Estas figuras discretas, poco conocidas por el público general, son en realidad los verdaderos líderes de Argelia. Su legado es de traición y opresión, ya que han vendido sistemáticamente el futuro del país para mantener su poder. Esta cabala sigue gobernando. Ha sobrevivido a Bouteflika, al Hirak y a las últimas miserables elecciones. Mientras estas élites permanezcan en el poder, los sueños de libertad, dignidad y justicia para el pueblo argelino seguirán siendo inalcanzables.
Khaled Boulaziz
La suspensión del proceso electoral contribuyó en gran medida a la guerra civil.
Mohamed Touati, exgeneral del ANP y desertor del ejército francés.