Israel Ataca a Tebboune: No Hay Normalización para una Junta Militar Fracasada! Pidan Perdón a los Judíos Algerianos Primero

Un destacado periodista y académico israelí, Edy Cohen, opinó sobre los últimos desarrollos en las relaciones argelino-israelíes, y un artículo mordaz de Faisal Marjani refuerza un mensaje claro: antes de que pueda haber cualquier discusión sobre la normalización con Israel, Argelia debe primero reconocer su oscuro pasado pidiendo perdón a su alguna vez vibrante comunidad judía.

El artículo de Marjani sostiene que las recientes declaraciones del presidente argelino Abdelmadjid Tebboune, que insinúan una posible normalización con Israel, revelan una perspectiva estratégica miope y una incapacidad estructural para comprender los profundos cambios geopolíticos tanto a nivel regional como global. Según Marjani, la sugerencia de que Israel podría considerar normalizar relaciones con Argelia no nace de una intención genuina, sino de una estrecha confinación intelectual, atrapada en narrativas desactualizadas y una mentalidad rentista que erróneamente iguala el estatus histórico simbólico con la importancia geopolítica.

Desde la perspectiva estratégica israelí y global judía, Argelia representa un capítulo oscuro en la historia. Marjani recuerda a los lectores que Argelia fue responsable de una de las mayores expulsiones masivas y limpiezas étnicas contra los judíos en tiempos modernos. Durante y después de la Guerra de Independencia, Argelia despojó sistemáticamente a su comunidad judía de sus derechos: confiscando propiedades, borrando su presencia cultural y aplicando políticas de exclusión institucional rigurosas. La comunidad judía, que había sido una parte vital del tejido socioeconómico de Argelia desde la época romana hasta la era otomana y hasta el período colonial francés, se convirtió en un daño colateral en una campaña nacionalista que confundió todos los restos de la influencia colonial en un solo objetivo.

Dado este legado de injusticia histórica, Marjani insiste en que cualquier diálogo futuro sobre la normalización será vacío sin un reconocimiento público a fondo de estos crímenes. Argelia debe llevar a cabo una reexaminación radical de su doctrina política, una doctrina construida sobre la negación, la distorsión y la explotación ideológica barata de la cuestión judía. Sostiene que el estado argelino tiene la obligación de emitir una disculpa formal a los judíos argelianos, enmendar las leyes que facilitaron el saqueo de sus propiedades y establecer canales sinceros de comunicación con la diáspora judía. Solo a través de tal proceso de reconciliación histórica se puede lograr un verdadero progreso, un proceso basado en la justicia en lugar de maniobras diplomáticas vacías.

Además, Marjani argumenta que desde el punto de vista de los intereses israelíes, Argelia no tiene peso estratégico. Geopolíticamente, Argelia carece de la influencia regional necesaria para contribuir de manera significativa a cualquier política exterior equilibrada. Su economía, dolorosamente frágil debido a la excesiva dependencia de los hidrocarburos y al fracaso de diversificarse, y su doctrina militar anticuada, caracterizada por una enemistad reflexiva hacia Israel, la convierten en un socio poco confiable. En contraste, los estados árabes que han aceptado la normalización con Israel lo han hecho no por compulsión, sino impulsados por una visión estratégica de futuro que ve la inclusión en los marcos tecnológicos, económicos y de seguridad de Israel como una elección racional en un mundo cada vez más interconectado.

El mensaje de Marjani es claro: el mundo ya no espera la autoimpuesta aislamiento de Argelia. Israel, por su parte, no necesita relaciones con un régimen que carece de legitimidad interna y sigue escondiéndose detrás de eslóganes vacíos para ocultar sus fracasos en alcanzar la estabilidad y el desarrollo. Si el presidente Tebboune cree que puede usar la perspectiva de normalización como una carta de negociación diplomática, está gravemente equivocado. Israel solo reconoce los intereses verdaderos y sustantivos, no las posturas políticas carentes de responsabilidad histórica.

Hasta que Argelia enfrente su pasado y ofrezca una disculpa genuina a su comunidad judía, cualquier intento de acercamiento con Israel seguirá siendo una utopía. El llamado es inequívoco: antes de que pueda comenzar la normalización, Argelia debe primero reconocer y expiar sus errores históricos, desmantelar su mentalidad rígida y participar en una verdadera reconciliación basada en la justicia y el respeto mutuo.

Abderrahmane Fares

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