El lunes 19 de agosto, el director de Asuntos Religiosos de la wilaya de Skikda emitió una circular (ver copia) a los imanes de este distrito, invitándolos a adherirse a las instrucciones del ministro de Asuntos Religiosos para dedicar el sermón del viernes 23 de agosto a las elecciones presidenciales que se llevarán a cabo el 7 de septiembre.
Treinta y cinco años después del estallido de una guerra civil que cobró 250.000 vidas debido al uso del discurso político en las mezquitas, volvemos al punto de partida. Sin embargo, esta vez son los titulares del poder quienes utilizan este discurso religioso para movilizar a la población para que acuda en masa a las urnas el día de las elecciones. Elecciones cuyos resultados se conocen de antemano.
Este desliz fue inicialmente obra del presidente-candidato Abdelmadjid Tebboune, quien citó un hadith (una cita del profeta) fuera de contexto. Dado que todo está permitido para el presidente-candidato, nadie se atrevió a llamar al orden a Abdelmadjid Tebboune. Esto es, al menos, el rol y la misión de la Autoridad Nacional Independiente de Elecciones (ANIE), presidida por Mohamed Charfi. Un presidente que fue testigo del gran fraude de las elecciones presidenciales de diciembre de 2019.
En la circular del Ministerio de Asuntos Religiosos, se llama a los imanes a sensibilizar a los fieles recordando los valores de ciudadanía y patriotismo, expresando todo lo que resalte el sentido del amor a la patria y la lealtad para bloquear el camino a todos los enemigos de la nación. Todo esto para incitar a los ciudadanos a acudir en gran número a las urnas el 7 de septiembre. Si el futuro ocupante del palacio de El-Mouradia se conoce de antemano, los hacedores de decisiones en la sombra están decididos a obtener una tasa de participación mucho más alta que la de diciembre de 2019, que fue del 39,83% según el Ministerio del Interior. Una cifra que muchos observadores consideran muy superior a la cifra real, que no superó el 20%. Con, notablemente, un cero de participación en las wilayas de Tizi-Ouzou y Béjaïa.
¿Logrará la incursión de la religión en la política influir en la población en la dirección deseada por quienes están en el poder? Es difícil de creer.