El Sahara y el Sahel entran en la disputa estratégica por las “tierras raras”

Por Pedro Canales

En el mapa geoestratégico mundial para el próximo medio siglo figuran en un lugar privilegiado las “tierras raras”. Esenciales para la industria armamentista, la tecnología de punta, las energías renovables, los ingenios espaciales y toda clase de aparatos de comunicación, estos elementos han cobrado una repentina actualidad, quizás por el hecho de presentarse en bajas concentraciones en la Naturaleza, y por ser imprescindibles.

Las reservas mundiales de tierras raras se estiman en unos 130 millones de toneladas, de las que China posee 44 millones, seguida de Rusia con 25 millones de toneladas, y Vietnam y Brasil con más de 21 millones de toneladas. El año pasado 2023 China produjo 240 mil toneladas, muy por delante de su competidor Estados Unidos son 44 mil toneladas. La paradoja se encuentra en el hecho de que los Estados Unidos son de lejos el mayor consumidor de estos elementos naturales, por lo que su producción interna es insuficiente y se ven obligados a importar casi un 80% de sus necesidades. Otros países importadores son Francia, Alemania y Japón.

Hay que señalar que son ricos en tierras raras, el desierto del Sahara, localizado en el triángulo Argelia-Marruecos-Mauritania, así como el Sahel, corredor terrestre de unos 4 millones de kilómetros cuadrados que va desde el Atlántico hasta el Indico, agrupando el sur de Mauritania, Senegal, Malí, Burkina Faso, Níger, norte de Nigeria, Camerún, Chad, Sudán y Eritrea.

A los yacimientos terrestres de estos preciosos elementos, hay que añadir los submarinos donde se hallan los nódulos polimetálicos, con situaciones excepcionales como la del Monte Tropic, situado al sur de las Canarias y fuera de las Zonas Económicas Exclusivas de España y de Marruecos y susceptible de disputa entre ambos por la petición hecha ante la ONU por Madrid y Rabat para ampliar su ZEE. El monte Tropic alberga el mayor depósito conocido de telurio, una de las 17 tierras raras, muy utilizado en la industria electrónica por su hiper conductividad.

A los conflictos que se suceden en el Sahara y el Sahel, no son ajenas las disputas por el control de estas materias raras. El aumento de la presencia de los Estados Unidos en la región; el interés de Israel (gran consumidor de tierras raras); la “colonización militar” de Níger y Mali por Francia, interesada no solo por el uranio de Azelik sino también por el petróleo y las tierras raras del Teneré; los golpes de Estrado militares en Malí y Níger; la entrada de Rusia en la ecuación regional con sus unidades del Africa Corps dependientes del ministerio de Defensa del Kremlin; la llegada de China a la región Sahara-Sahel; todos estos factores tienen relación con la reorganización estratégica en curso, en la que el control, la producción y el uso de las tierras raras, son un factor de actualidad creciente.

En el Sahara, provincias del sur para Rabat y territorio pendiente de descolonización para Argel y el Polisario, hay abundancia de estos elementos químicos. Desde hace ya un cuarto de siglo, la Oficina Nacional de Minas e Hidrocarburos de Marruecos, dirigida por Amina Benjadra, han cuantificado en la región importantes cantidades de tierras raras, en particular el niobio, tántalo y torio, así como la existencia de “una gran anomalía de uranio”. El conflicto del Sahara tiene un trasfondo relativo a estos elementos.

En el norte de Mali y el noroeste de Níger existen importantes reservas de estas materias de futuro. Prácticamente ninguno de los actores principales en la geoestrategia mundial, Estados Unidos, China, Rusia o la Unión Europea, considera que los habitantes del Azawad, el pueblo tuareg y las poblaciones moro, así como sus organizaciones más representativas, tenga algo que decir o reivindicar sobre sus tierras ancestrales. El “principio de autodeterminación” de los pueblos cuando se trata del control de materias primas estratégicas, no cuenta.

Es por lo menos curioso que la popular serie de TV estadounidense “House of Cards” (Castillo de Naipes), tenga como uno de sus temas principales los turbios negocios chino-estadounidenses para producir tierras raras destinadas al mercado norteamericano, dependiente de la producción china. Estados Unidos busca diversificar sus proveedores y está tejiendo alianzas con los países y zonas de África que las poseen.

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