El asilo al ex candidato opositor venezolano aumenta la crispación política en España
Pedro Canales
El sábado 7 de septiembre aterrizó en la base aérea de Torrejón de Ardoz a medio centenar de kilómetros de Madrid, el opositor venezolano Edmundo González Urrutia que ha solicitado asilo político en España, según declaró el ministro de Exteriores español José Manuel Albares.
La decisión del Gobierno español de acogerle ha generado un aumento de la crispación política en España. El vicesecretario general del Partido Popular Esteban González Pons, la ha criticado diciendo que “no es hacerle un favor a la democracia, sino quitarle un problema a la dictadura de Nicolás Maduro”.
En parecidos términos se ha expresado el eurodiputado de Vox Hermann Tertsch quien ha acusado al Gobierno de colaborar con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, para llevar al exilio al “ganador de las elecciones”.
El líder opositor, malogrado candidato en las Elecciones presidenciales celebradas en Venezuela en julio pasado, de las que fue proclamado vencedor el actual Presidente Nicolás Maduro con un 52% de votos frente al 43% logrado por Edmundo González, llevaba varios días refugiado en la Embajada española en Caracas, a la que se había trasladado desde la representación diplomática de los Países Bajos en la capital venezolana para escaparse de una petición de comparecencia judicial lanzada por la el Fiscal General de la República, Tarek William Saab, quien le acusaba de supuestos delitos, entre ellos la publicación de actas de las elecciones del pasado 28 de julio, que daban a Edmundo G. Urrutia un 67% de los votos.
Según declaraciones de Delcy Rodriguez, Vicepresidenta ejecutiva de Venezuela, los gobiernos de Caracas y Madrid negociaron durante más de una semana para facilitar el exilio del opositor “por respeto a las normas internacionales y para facilitar un clima de paz en el país”. El gobierno de Caracas emitió un salvoconducto a Edmundo González, que pudo de este modo trasladarse al aeropuerto capitalino y subir al avión militar español que le esperaba.
El gobierno español se ha limitado a declarar que “reitera su compromiso con los derechos políticos y la integridad física de todos los venezolanos y venezolanas, muy especialmente de los líderes políticos”.
La petición de asilo, hecha según el Gobierno de Pedro Sánchez por el propio líder de la Plataforma Unitaria Democrática, será aceptada. El ex presidente socialista español José Luis Rodríguez Zapatero, ha hecho de mediador entre los gobiernos de Venezuela y España, y la oposición venezolana.
En contraposición con la salida del ex candidato presidencial, la otra líder de la oposición de derechas venezolana, Marina Corina Machado, que en el pasado había originado un gran escándalo en el país cuando se declaró favorable a “una intervención militar de los Estados Unidos en Venezuela” para derrocar al régimen chavista de Nicolás Maduro, ha anunciado su intención de permanecer en el país.
Corina Machado y otros líderes de la oposición en Venezuela pretenden entronar a González Urrutia como Presidente el próximo 10 de enero, en un acto que recuerda el caso de Juan Guaidó, elegido Presidente del Parlamento en enero de 1919. En el mismo mes, Guaidó se autoproclamó “Presidente interino de Venezuela”, y como tal fue reconocido por algunos países. La odisea de Juan Guaidó terminó cuando dos años después, en enero de 2021, la Unión Europea dejó de reconocerle como Presidente interino. Los Estados Unidos siguieron apoyándole, hasta que su estrella se marchitó y su “gobierno en el exilio” se esfumó.
La decisión adoptada por el Gobierno español y la intransigencia mostrada por los Estados Unidos y la Unión Europea frente a “la dictadura de Maduro en Venezuela”, contrasta para muchos observadores con el apoyo tácito y a menudo explícito de estas mismas capitales con otras dictaduras y países donde no existe ningún control de los procesos electorales internos y donde la oposición política denuncia fraudes y pucherazos continuos, como ha sido el caso en las recientes Elecciones en Argelia, que han proclamado vencedor al actual Presidente Abdelmayid Tebbun con una participación mínima del 23% del electorado. Tebbun habría logrado algo más de 5 millones trescientos mil votos, es decir un 21% del cuerpo electoral. Ni Europa, ni los Estados Unidos cuestionan la legalidad y la legitimidad de tales resultados.