No es sorprendente ver al príncipe Moulay Hicham retomar antiguos temas con su nuevo libro Islam y Democracia – Cómo cambiar la cara del mundo árabe. Se repite el mismo discurso, intentando revivir la idea obsoleta de una alianza entre el islam político y las ideologías de izquierda radical que resisten al cambio. Sin embargo, las experiencias recientes de los movimientos de la Primavera Árabe muestran las desastrosas consecuencias de estas teorías, que a menudo unen extremos bajo el pretexto de principios revolucionarios. ¿El resultado? Guerras civiles, desastres económicos y retrocesos sociales.
Para justificar el fracaso de la llamada Primavera Árabe—que él mismo reconoce como un colapso—Moulay Hicham lo describe como parte de un proceso a largo plazo, similar a las revoluciones europeas del pasado. Sin embargo, los regímenes surgidos de estos levantamientos hace 15 años han fracasado universalmente, imponiendo gobiernos autoritarios, golpes institucionales y caos que han sumido a los estados en el desorden. Incluso las visiones nostálgicas de las autocracias previas parecen preferibles al caos actual.
¿Cómo puede entonces seguir presentando a Túnez como un «laboratorio del mundo árabe» mientras atraviesa una de las peores fases de su historia, liderada por un tirano imprudente? Túnez ahora parece funcionar como un satélite de una Argelia militarizada. ¿Dónde están los «factores estructurales» que supuestamente fomentan la democratización, como la naturaleza del estado, la vitalidad de la sociedad civil y los recursos económicos? Sus argumentos convenientemente omiten los errores de Kais Saied, que se ha convertido en una marioneta de los generales argelinos, conocidos por su represión en la región.
Moulay Hicham introduce luego el concepto de «parámetros específicos para cada país» durante su entrevista en RFI. Irónicamente, es el mismo que, hace 15 años, criticaba la idea de una «democracia de geometría variable». Tal inconsistencia intelectual y falta de buena fe son evidentes.
En cuanto al Movimiento del 20 de Febrero (M20F) en Marruecos, que Moulay Hicham considera insuficientemente revolucionario, afirma que la monarquía respondió demasiado rápido a sus demandas. Esta afirmación no podría estar más lejos de la verdad. Todos saben que el M20F era una coalición heterogénea, que incluía desde izquierdistas hasta islamistas, que dudaban en abrir la sociedad. Nunca se presentó una lista coherente de demandas, y la reforma constitucional bajo el rey Mohammed VI surgió de iniciativas nacionales, no de las demandas fragmentadas de una coalición impredecible. Los esfuerzos de reforma de la monarquía en los últimos 25 años siguen siendo inigualables en la región.
En otra contradicción, Moulay Hicham reduce a sus aliados del M20F a simples «observadores sin una verdadera presencia política en el terreno». ¿Cómo, entonces, podrían haber formulado demandas que supuestamente fueron ignoradas por la monarquía?
Finalmente, se atreve a sugerir que su libro revive teorías antiguas y desgastadas. ¡Qué pretensión! Sus afirmaciones solo subrayan la superficialidad intelectual de su discurso.