El 6 de diciembre de 2024, el Departamento de Estado de los Estados Unidos publicó Relaciones Exteriores de los Estados Unidos, 1981-1988, Volumen XXIV, África del Norte. Este volumen, parte de una serie de archivos que documenta la política exterior de la administración Reagan, proporciona un relato detallado de las actividades y decisiones diplomáticas de los Estados Unidos en el norte de África. Ofrece información sobre los enfoques de la administración Reagan en Argelia, Marruecos, Túnez y el Sahara Occidental, basándose en fuentes primarias como el tráfico de cables entre los puestos diplomáticos estadounidenses y el Departamento de Estado, memorandos entre funcionarios clave y análisis de inteligencia de los Estados Unidos. Los documentos y comentarios del volumen presentan un «registro exhaustivo, preciso y confiable» del período.
Relaciones Exteriores de los Estados Unidos, 1981-1988, Volumen XXIV, África del Norte
Disponible en el sitio web del Departamento de Estado de los Estados Unidos
El secuestro de Kuwait Airways en Argel en 1988
Entre los acontecimientos importantes que se tratan se encuentra el secuestro en abril de 1988 del vuelo KU-422 de Kuwait Airways (el Boeing 747 Jaberiyah) en ruta de Bangkok a la ciudad de Kuwait. El secuestro duró 15 días, lo que lo convierte en el tercero más largo de la historia después del secuestro de Zarca en Jordania en 1970 (24 días) y el secuestro del vuelo 847 de TWA en Beirut en 1985 (17 días).
El incidente comenzó el 5 de abril de 1988, cuando los secuestradores, posteriormente identificados como agentes de Hezbolá leales al ayatolá Jomeini, tomaron el control de la aeronave. Primero aterrizaron en Mashhad, Irán, y liberaron a 57 pasajeros. Luego se desviaron a Larnaca, Chipre, donde dos pasajeros kuwaitíes murieron tras el fracaso de las negociaciones para el reabastecimiento de combustible, aunque posteriormente se liberó a otros 12 rehenes. El 13 de abril, el avión aterrizó en Argel, donde los 31 rehenes restantes estaban retenidos a bordo bajo un intenso escrutinio internacional. Los secuestradores exigieron la liberación de 17 prisioneros retenidos en Kuwait por su participación en los atentados de 1983 contra las embajadas de Estados Unidos y Francia. La decisión final de Argelia de conceder a los secuestradores un salvoconducto a cambio de la libertad de los rehenes provocó críticas generalizadas, en particular de Estados Unidos, que consideró que la medida socavaba los esfuerzos antiterroristas.
Confirmación del relato de Aboud
Hichem Aboud, a través de su canal de YouTube, ofreció una visión de primera mano de las consecuencias del secuestro. Relató la intensa presión diplomática que ejerció Estados Unidos sobre Argelia, el exhaustivo interrogatorio de las autoridades estadounidenses y su propio papel en la organización de la salida de los secuestradores bajo cobertura diplomática. Según Aboud, consiguió pasaportes diplomáticos argelinos y escoltó personalmente a los secuestradores hasta el Líbano tras la liberación de los rehenes.
Hichem Aboud ha proporcionado un relato detallado del secuestro del Boeing 747 de Kuwait Airways, vuelo KU-422, en este vídeo
En su vídeo, Hichem Aboud vuelve a varios puntos clave, ilustrando la posición de Argelia en ese momento y su propio papel en la operación:
Afirma que, en ese momento, Argelia, en medio de una crisis internacional, se enfrentaba a la atención constante de las grandes potencias, incluidos los Estados Unidos.
Aboud subraya la firmeza de los funcionarios argelinos, como el general Lakhal Ayat y el comandante Hadj Mohammed Tahar Abdesslam, que se negaron a cumplir plenamente las órdenes estadounidenses, en particular al rechazar un cuestionario extremadamente detallado de la CIA sobre la identidad y las características físicas de los secuestradores. Aboud afirma haber respondido evasivamente a las peticiones estadounidenses con el acuerdo de su superior, el general Lakhal Ayat, demostrando así la determinación de Argelia de preservar su soberanía y no someterse a las exigencias de Washington.
Aboud revela también que facilitó la salida discreta de los secuestradores de una villa secreta en Saint Eugène, acompañándolos bajo identidades falsas y pasaportes diplomáticos al Líbano, aunque el mundo se mantuvo en la oscuridad.
Según Aboud, estas acciones, llevadas a cabo en un contexto de extrema tensión, ilustran la estatura internacional pasada de Argelia, capaz en ese momento de enfrentarse a las grandes potencias, en contraste con lo que percibe como un mayor debilitamiento de la autoridad y la influencia argelinas en 2024.
Antes de la publicación, el 6 de diciembre de 2024, de los cables diplomáticos estadounidenses recién desclasificados, las afirmaciones de Aboud seguían siendo en gran medida infundadas. Con estos documentos ahora disponibles, su relato ha obtenido una corroboración sustancial. Los telegramas y registros no sólo confirman la narración de Aboud, sino que también arrojan luz sobre las negociaciones ocultas y las decisiones estratégicas que influyeron en la respuesta de la administración Reagan. Al hacerlo, los archivos profundizan nuestra comprensión del complejo contexto geopolítico en el que operaba Argelia, y en última instancia reconfiguran nuestra comprensión de este acontecimiento histórico crucial.
Los archivos desclasificados que se pusieron a disposición confirman muchos de los elementos planteados por Aboud. Los telegramas diplomáticos del Departamento de Estado de los EE. UU. corroboran:
La presión ejercida por los Estados Unidos sobre Argelia,
El carácter meticuloso e intrusivo de los cuestionarios facilitados por las autoridades estadounidenses, que los funcionarios argelinos rechazaron firmemente,
La decisión de Argelia de conceder un salvoconducto a los secuestradores, facilitada por el propio Aboud, que obtuvo pasaportes diplomáticos y escoltó a los secuestradores hasta el Líbano.
¿Cómo manejó Argelia la crisis en medio de la inmensa presión ejercida sobre Argelia?
Los telegramas de los archivos estadounidenses revelan una dinámica compleja durante el secuestro del vuelo 422 de Kuwait Airways: Estados Unidos ejerció una intensa presión sobre Argelia para que tomara medidas decisivas, pero Argelia se resistió a alinearse plenamente con las demandas estadounidenses. Esta tensión es evidente en la cobertura de los principales medios de comunicación de la época, The New York Times, The Washington Post y Le Monde, todos los cuales señalaron la negativa de Argelia a cooperar como deseaba Estados Unidos. Públicamente, el Secretario de Estado George P. Shultz condenó la gestión de la crisis por parte de Argelia y exigió la extradición de los secuestradores. Al mismo tiempo, el Departamento de Estado de los Estados Unidos y la CIA presionaron sin descanso para obtener respuestas, demostrando lo mucho que estaba en juego y la intensidad del escrutinio internacional.
La respuesta de Argelia a esta presión fue mantener una postura guiada por sus propios intereses, en particular sus relaciones regionales (incluidas las que mantenía con Hezbolá), en lugar de ceder por completo a la agenda de Washington. La situación que se estaba desarrollando creó así un entorno diplomático difícil en el que las acciones de Argelia atrajeron la atención y las críticas mundiales, lo que la obligó a equilibrar los intereses internacionales en pugna bajo el severo descontento estadounidense.
Priorizar la seguridad de los rehenes por encima de la detención de los secuestradores:
A pesar de las exigencias de los Estados Unidos de que los secuestradores comparecieran ante la justicia, Argelia optó por garantizar la liberación segura de todos los rehenes a cambio de permitir que los secuestradores salieran libres. El Telegrama 176 ilustra que el general Lakehal Ayat, un funcionario argelino clave, consideró que la política estadounidense era “desaconsejable” y rechazó la noción de que la captura de los secuestradores debía tener la misma prioridad que la protección de los rehenes. El general hizo hincapié en que la seguridad de los rehenes era primordial y participó activamente en las negociaciones, informando al embajador de los EE. UU. y a un probable jefe de estación de la CIA sobre la situación a las 15:00 hora local del 14 de abril. La postura de Argelia demostró una determinación de resolver la crisis en sus propios términos, centrándose en minimizar el daño inmediato en lugar de buscar represalias.
Rechazo de la postura de los EE. UU. contra la negociación con terroristas:
El Telegrama 177 subraya aún más esta divergencia. Después de que el embajador de los EE. UU. reiterara la postura estadounidense contraria a hacer acuerdos que liberaran a los terroristas, el general Lakehal Ayat volvió a desafiar la política estadounidense como desaconsejable. La voluntad de Argelia de negociar directamente con los secuestradores y de oponerse a un principio básico de la doctrina antiterrorista de los EE. UU. destacó su determinación de seguir un camino estratégico diferente al enfrentar las crisis de rehenes.
Ambigüedad sobre la presencia de Hassan Izz-al-Din:
El Telegrama 175 afirma que una fuente estadounidense censurada identificó positivamente a Hasan Izz-al-Din, uno de los secuestradores conocidos del incidente del vuelo 847 de TWA en 1985, como involucrado en el secuestro de Kuwait Airways. Obtener evidencia creíble de la presencia de Izz-al-Din habría requerido una recopilación de inteligencia sofisticada, que podría involucrar a agentes de la CIA o inteligencia de señales avanzada. Estados Unidos solicitó su extradición debido a sus actos de terrorismo pasados, en particular el asesinato del buzo de la Marina estadounidense Robert Stethem.
Sin embargo, el Telegrama 176 muestra que funcionarios argelinos proporcionaron información contradictoria. Después de que un negociador argelino supuestamente subió a bordo del avión, el general Lakehal Ayat informó al embajador estadounidense que no había «ningún terrorista reincidente» a bordo que hubiera participado en el secuestro de TWA en 1985. Esta contradicción puso en duda la fiabilidad de la inteligencia estadounidense o sugirió una ofuscación deliberada por parte de Argelia. También planteó la posibilidad de que las acusaciones estadounidenses fueran una táctica para forzar la cooperación argelina. Otra posibilidad es que Argelia haya protegido a Izz-al-Din para evitar antagonizar a Hezbollah o alterar los equilibrios regionales. También es posible que el negociador argelino no lo identificara realmente, debido a la desinformación o a la evasiva de los secuestradores. Hichem Aboud, que afirmó haber pasado tiempo con los secuestradores después de la liberación de los rehenes, sigue siendo una de las pocas personas que podrían confirmar la presencia real de Izz-al-Din.
Preguntas demasiado detalladas y el papel de la CIA:
Un telegrama fechado el 23 de abril de 1988, de John C. Whitehead (subsecretario de Estado de los EE.UU.) al embajador L. Craig Johnstone enumera una serie de preguntas muy específicas destinadas al general Lakhal Ayat. En esas preguntas se pedía que se aclararan los acuerdos para liberar a los rehenes y a los secuestradores, la identidad y el paradero de los secuestradores y la posible participación de Irán. La precisión y el detalle de esas preguntas coinciden con el relato de Hichem Aboud de que el jefe de la estación de la CIA en Argelia planteó preguntas igualmente detalladas.
Sobre el riesgo que corrió Hichem Aboud al acompañar a los secuestradores
Los intercambios telegráficos ponen de relieve la profunda preocupación de Estados Unidos por la posibilidad de que los secuestradores eludan la justicia. Washington advirtió explícitamente a Argelia contra cualquier acuerdo que les otorgara la libertad, argumentando que hacerlo envalentonaría a futuros secuestradores y amenazaría la seguridad internacional. El papel de Aboud, al facilitar la salida de los secuestradores utilizando identidades falsas y pasaportes diplomáticos, se llevó a cabo bajo la atenta mirada de los servicios de inteligencia y la presión diplomática de Estados Unidos, lo que lo colocó en una posición sumamente peligrosa.
Telegrama diplomático en el que el Gobierno de Estados Unidos pretende utilizar todos los medios disponibles para supervisar la situación y todos los medios disponibles para detener a los secuestradores. El Gobierno de Estados Unidos también exige rendición de cuentas y explicaciones sobre las contradicciones del «por qué» en los relatos de Lakehal Ayat y Larbi Belkheir.
La conversación privada de Aboud con Hadj Tahar Abdesslam sobre las posibles consecuencias catastróficas de ser descubiertas, y la advertencia de Whitehead a Hamdani el 10 de mayo de 1988 de que “la libertad para los secuestradores no es una solución”, reflejan el precario equilibrio que Aboud y Argelia intentaron mantener. Si el plan encubierto de Argelia hubiera fracasado, las repercusiones diplomáticas y personales habrían sido graves. Al actuar desafiando las advertencias explícitas de Estados Unidos, Argelia y Aboud aceptaron riesgos significativos para proteger sus prioridades inmediatas.
Los archivos confirman este tenso contexto, validan los relatos de Aboud sobre las operaciones encubiertas y subrayan el entorno de alto riesgo en el que se tomaron estas decisiones. En un contexto internacional volátil, la estrategia de Argelia, que facilitó la fuga de los secuestradores, priorizó la seguridad de los rehenes, se resistió a las demandas de Estados Unidos y empleó una transparencia selectiva, demostró tanto un cálculo estratégico como una voluntad de desafiar las expectativas estadounidenses. Las afirmaciones de Aboud, confirmadas por estos documentos recientemente desclasificados, resumen las delicadas y peligrosas maniobras que se llevaron a cabo para hacer realidad los objetivos de Argelia en medio de un intenso escrutinio mundial.
Además, los cables diplomáticos estadounidenses recién publicados proporcionan más que una simple confirmación del relato de primera mano de Aboud; ofrecen una comprensión más completa de cómo Argelia navegó por su complejo panorama político bajo una extraordinaria presión estadounidense. Al corroborar las afirmaciones de Aboud, estos documentos arrojan luz sobre las negociaciones encubiertas y los compromisos calculados que finalmente lograron la liberación de los rehenes. Al hacerlo, revelan la intrincada interacción de intereses internacionales y consideraciones regionales que se encuentran en el corazón de esta crisis histórica.