Cuatro jugadores en el tablero: Argelia, Marruecos, Francia y España

La actual inestabilidad geopolítica mundial está teniendo un impacto directo en el Mediterráneo occidental, donde cuatro actores históricos—Argel, Rabat, París y Madrid—reajustan sus estrategias y alianzas.

En primer lugar, Argelia ha ofrecido a Estados Unidos la posibilidad de explotar conjuntamente sus recursos minerales. Más allá de los hidrocarburos, cuyo control ya está en manos de compañías estadounidenses como Exxon y Chevron, el verdadero interés radica en los llamados «minerales estratégicos» o «tierras raras». Sin embargo, la existencia de estos recursos en Argelia sigue sin estar verificada.

Tres aspectos clave deben considerarse en este contexto:

  1. El interés de EE.UU. en las tierras raras
    Washington busca contrarrestar la supremacía de China en el mercado de estos minerales. Mientras que Ucrania posee reservas significativas, las de África están concentradas en países como Angola, RDC y Namibia, con pequeñas cantidades en Malí, Canarias y, posiblemente, Argelia. La oferta de Argel parece más una táctica de seducción que una oportunidad real.

  2. La oferta argelina en materia de defensa
    Argelia ha expresado su disposición a diversificar sus compras de armamento, rompiendo su histórica dependencia de Rusia y China, y abriendo la puerta a acuerdos con la industria militar estadounidense. Esto incluiría también cooperación en seguridad e inteligencia, una relación que, aunque no nueva, podría reforzarse con este movimiento.

  3. Un cambio en la política exterior argelina respecto a Israel
    Sorprendentemente, Argelia ha dejado entrever la posibilidad de reconocer al Estado de Israel si este acepta la creación de un Estado palestino. Este giro, que se alinea con la postura adoptada por Egipto, Jordania, Emiratos Árabes, Baréin, Sudán y Marruecos, marca un cambio significativo respecto a la postura tradicional de Argelia sobre la cuestión palestina.

Por otro lado, Marruecos ha mantenido una diplomacia más predecible. Su alianza con EE.UU. es incuestionable y se ha mantenido firme incluso en momentos de sospecha, como los atentados fallidos contra Hassan II, presuntamente vinculados a Washington. De hecho, EE.UU. jugó un papel clave en la planificación y logística de la Marcha Verde.

Sin embargo, Rabat no se ha limitado a fortalecer sus vínculos con Washington, sino que también ha buscado acercamientos estratégicos con Rusia, firmando acuerdos en pesca, petróleo, cereales y cooperación en energía nuclear de uso civil.

España, por su parte, enfrenta dificultades para ejecutar su política en el Magreb debido a la oposición interna dentro del Gobierno de Pedro Sánchez. Para romper su aislamiento, Argelia ha retomado el diálogo con España, lo que ha permitido a Sánchez recuperar el apoyo del sector empresarial afectado por la crisis diplomática de 2022.

En caso de un choque entre Argelia y España, el régimen argelino de Tebboun y Chengriha sería el más perjudicado. Aunque podría cortar el suministro de gas a España cerrando el gasoducto MEDGAZ, esta medida supondría un golpe financiero severo para Argelia. Mientras tanto, España, aunque afectada a corto plazo, podría diversificar sus importaciones de gas desde Noruega, Rusia y EE.UU., reduciendo su dependencia argelina.

Francia, el cuarto actor en este juego, no sale tan mal parada. Aunque la crisis con Argel ha tensado las relaciones, ninguno de los dos puede permitirse una ruptura total. Francia, además, cuenta con tres cartas estratégicas en esta ecuación:

  1. El control de las inversiones ilícitas
    París posee información detallada sobre los activos y cuentas bancarias de la élite argelina en Francia, lo que le otorga una gran capacidad de presión.

  2. La ilegitimidad de la cúpula militar argelina
    Francia tiene documentación que prueba la dudosa legitimidad de muchos altos mandos argelinos, cuya carrera comenzó en el Ejército colonial francés antes de unirse al Ejército de Liberación Nacional.

  3. Los archivos secretos sobre las fronteras coloniales
    Documentos históricos en manos de Francia revelan los ajustes territoriales que París hizo en la época colonial, favoreciendo o perjudicando a Marruecos y Argelia, lo que podría afectar la legitimidad de los regímenes actuales en la región.

Por estas razones, ni Argelia ni Francia pueden permitirse una ruptura total, lo que garantiza que, pese a la tensión, seguirán manteniendo una relación pragmática.

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