Argelia relegada a la «segunda división» de la Unión Africana
En el gran escenario de la diplomacia africana, donde las naciones interpretan sus papeles con mayor o menor éxito, Argelia ha sido relegada a uno de los roles más humillantes: el de un simple espectador, apartado de los debates clave.
Una imagen simbólica refleja perfectamente este declive. En una fotografía impactante, el ministro de Asuntos Exteriores de Argelia, Ahmed Attaf, aparece sentado en las filas traseras, mientras que su homólogo marroquí, Nasser Bourita, ocupa un lugar destacado en primera fila. Esta escena dice mucho sobre la pérdida de peso diplomático de Argelia: antes ruidosa y ambiciosa, ahora apenas logra hacerse escuchar en los espacios donde se decide el futuro del continente.
Una derrota aplastante en el Consejo de Paz y Seguridad
Pero este desplazamiento simbólico solo fue el preludio de un golpe aún más doloroso. Argelia aspiraba a recuperar un asiento en el Consejo de Paz y Seguridad (CPS) de la Unión Africana, pero su ambición chocó con una realidad inapelable: no logró reunir los votos necesarios.
A pesar de una campaña diplomática frenética y esfuerzos desesperados por conseguir apoyos, el resultado fue claro: un rechazo rotundo. Aún peor, una ola de abstenciones en la última ronda obligó a posponer la votación, lo que supuso una humillación adicional que resalta la pérdida de influencia de Argelia, especialmente frente a la astuta estrategia de Marruecos.
Una retirada apresurada
Tras esta derrota humillante, Ahmed Attaf decidió no enfrentar las consecuencias. Según el periodista keniano Mwangi Maina, el jet del gobierno argelino abandonó Adís Abeba apresuradamente, llevando consigo a un ministro visiblemente afectado. En lugar de intentar salvar la situación, Argelia optó por huir, una acción que solo reafirmó la magnitud de su fracaso diplomático.
Un continente que avanza, una Argelia que se queda atrás
Este episodio no es solo otro revés para Argelia, sino una señal clara de que África está evolucionando más allá de las viejas dinámicas de poder. Hoy, las naciones africanas buscan asociaciones genuinas y productivas, lejos de discursos populistas vacíos y doctrinas obsoletas.
Mientras tanto, Argelia sigue atrapada en estrategias anticuadas que ya no funcionan. Su exclusión del CPS es una consecuencia directa de sus políticas exteriores erráticas, más enfocadas en desestabilizar la región que en construir relaciones diplomáticas sólidas.
Una marginación que continúa
Este fracaso deja a Argelia exactamente en la posición que refleja aquella famosa foto: en segundo plano, relegada a una categoría diplomática de menor relevancia. Mientras Marruecos avanza con confianza y credibilidad, Argelia se aferra a doctrinas obsoletas, cada vez más ignorada y marginalizada.
Esta cumbre de la Unión Africana quedará marcada como un punto de inflexión: el momento en que la influencia de Argelia se derrumbó bajo el peso de sus propias contradicciones. Pero, dado el inmovilismo del régimen argelino, es poco probable que se aprenda alguna lección. La historia se repite, y Argelia sigue observando, impotente, cómo el progreso avanza sin ella.